Camino por la acera, sin censura, sin inamovibles barreras que obstruyan mis pasos… Acabo de dejar la terminal y unos metros detrás de mí un Boeing despega lleno de ilusiones. Las estrellas para mí se convierten en eso, ilusiones, a las que canto desinhibido… ante tal placer me niego a entrar en el absurdo encierro, prefiero el frío y lo seco de mis labios, abriéndose para intentar igualar algunos tonos… prefiero torcer mi cuello, el afán de iluminar mis ojos con luz de luna, de congelarme a mitad del boulevard y aún así seguir cantando… claro, prefiero dedicar esas letras a mis ilusiones, a las estrellas, que a un montón de almohadas.